Desde los deseos ocultos vuelan las gárgolas de mis creencias dormidas, capaces de susurrar al miedo y a la muerte, contenidas en la majestuosidad del verbo amar, agazapadas a la espera de la palabra prohibida.
Como fuego por mis conductos son los sentimientos que me naces.
Sin temor a lo desconocido, sin pensamientos turbados, con la mirada fija en tu creación celestial, apriétame bien fuerte porque no quiero dormir sin despertar ni vivir durmiendo. Esto no es un sueño; es una verdad, es mi realidad. Tú conmigo, yo por ti y ambos unidos por la conjugación del verbo amar.
No sueltes mi mano.