Anoche tuvo lugar la despedida de la Fiesta Gloss en La Azotea, con La Prohibida como invitada de lujo.
Para mí ha sido una nueva aventura sacar adelante unas fiestas que han resultado muy caras (por los cachés de las invitadas, los vuelos, etc) pero cuyo precio ha sido proporcional al buen rollo y la diversión recibida. Si bien es cierto que estas fiestas nacieron con fecha de caducidad, ya que sólo se harían durante el verano, me produce algo de tristeza haber recibido la última noche.
Durante estos meses hemos conocido a gente interesantísima y, probablemente, no tengamos oportunidad de verles en otros locales nunca más en la isla. Para no ser tan maligno como le gustaría a algún “personajucho” del ambiente diré que, por desgracia, estos actos no cumplen los requisitos de ambientación que piden algunos locales.
De las buenas cosas que nos han dado estas fiestas, quizá haya sido la colaboración entre la gente del equipo la que más me ha gustado.
Cuando Jorge Heredia me propuso organizar eventos en su discoteca los sábados de verano no estaba, para nada, convencido ya que el prejuicio que sobrevolaba mi mente sobre él era catastrófico. Gran error.
Ahora que he trabajado (y pasado muchas horas con él) he de manifestar que es una gran persona, con valores sólidos y lleno de personalidad, de buena y auténtica personalidad. Tenía que decirlo.
En este baile de disfraces, que es la vida de la noche, se le ha caído la máscara a más de uno, descubriendo ante la sala de baile su verdadero rostro carroñero, destructivo y soez. Un rostro que, pese a sus intentos de ironía de saldo, deja al descubierto represiones infantiles y traumas no superados, que han derivado en una crónica diarrea mental.
Bailarines sin pareja que siguen la música al compás de vals, siendo hace años un gordo reprimido pero auténtico en personalidad, habiéndose convertido, con la pérdida de su grasa sebosa, en alguien vacío, retorcido y escurrido, como si se hubiese desprendido, además de sus kilos, de la solidaridad, el respeto y demás adjetivos que hoy sólo están para él en los diccionarios y programas de TVE2.
Me llevo grandes momentos y bellos corazones. Es cierto que la gente buena se rodea de ella, yo me siento afortunado por eso. Ismael, alguien puro y sereno en ideas, hace de ángel azul en la vida de Jorge, ambos tan bellos de espíritu y cuyas almas forman un tótem en el que siempre es agradable reflejarse.
Pollo, curioso ser de la noche, divertido y directo en actuaciones. Me llevo a un neogótico con gran cultura musical y a nuestros diálogos cargados de humor y dignos de un recital.
Carlos, una persona tan bella y agradable como un paseo relajado por nuestras costas, con la brisa en la cara y el crepúsculo colorido a las espaldas, sin hora de llegada ni prisas rutinarias. Bondad, dedicación y profesionalidad.
Pedro, de ser hoy la época renacentista sería alguien a quien recordaríamos hoy en los libros. Inteligente, preparado e inquieto culturalmente. Una persona y profesional con el que siempre querré desarrollarme.
Vilmar, mi sino del nocturno, mi icono y frankestein del espectáculo, fiera y extremo altamente adictivo. Sin él nada de esto habría sido lo mismo.
A todos los clientes asiduos a estas fiestas, gracias. Porque sin ellos nada de esto tendría razón de ser ni mérito contarlo. Mónica, Rafa... y tanto y tantos que de vez en cuando os habéis venido a compartir parte de vuestra vida con nosotros, que nos habéis elegido para dirigir vuestro barco de la noche: Gracias.
Me voy satisfecho en demasía, con mis trastos y vídeos a navegar, al desierto de las ideas y sueños cumplidos, para vivir del recuerdo hasta que muera dando, agradecido de lo que he visto, hecho y pasado.
Gato
