DOZE+6

Todo lo que nos rodea está lleno de simbolismos, de números y rarezas que hacen a las cosas peculiares.

La primera vez que te vi, estabas bailando en una fría noche de Noviembre, bajo la bola de disco, con los reflejos de cien luces de colores. El sudor de tu frente me demostraba que estabas disfrutando, que te lo estabas pasándolo bien. Pasé por tu lado y clavé mi mirada en tus ojos que, al mirarme, me paralizó, y sólo pude esbozar una ligera sonrisa, mientras me perdía entre la multitud de la gente de la sala. Al poco rato volví a pasar rozando tu espalda con mi hombro para poder excusarme y tener un motivo para hablar contigo. Bailamos un rato, como lo hacen dos personas cuando se atraen, acercando nuestras caras, esperando que uno de los dos diera el primer empujón y se lanzara de lleno a por los labios del otro. Ambos estuvimos esquivos en eso, quizá por no querer llevar la iniciativa, o quizá por la respetabilidad de ser el primer contacto y tener la esperanza de volverlo a repetir otra noche, en otro momento, en otro lugar.

Mil cosas han ocurrido desde entonces, puliendo las aristas y moldeando los sentimientos hasta convertir lo nuestro en algo casi perfecto, con la belleza y la dureza del diamante bien cortado.

“No sé qué me das”, “Happy”, “Página 12”, “madrugada del 18”, “El chico de negro” y un montón de simbolismos y cosas que sólo para ti y para mí tienen sentido.

Yo lo que quiero es que nada cambie nuestras fuerzas y que lo que sentimos ahora perdure, cobrando más valor en el tiempo, haciendo de su belleza algo puro, como le ocurre a los diamantes; de belleza casta, natural y privilegiada.

Porque a veces pasa, que te enamoras V♥